Madre querida del alma.
las gracias te quiero dar, por darme la vida y por la tuya sacrificar.
Anoche soñé contigo, y con qué pesar, desperté de este hermoso sueño.
en el que tú eras mi aurora boreal, mi ángel brillante y traslúcido que me
daba felicidad, sólo con mirar al cielo , ese en el que tú hace mucho tiempo estás.
Sobresaltada y triste me quedé, cuando al abrir los ojos, vi la realidad, que en el cielo ya siempre estarás.
Soñé que contigo por el bosque de la Nava, tu pueblo natal, donde las aguas cristalinas y sonoras del Múrtiga, arrastraban todos los recuerdos que tú viviste en tu infancia y pubertad. Aquel correr de aguas transparentes y llenas de vida, que un día acariciaron tu silueta de niña inocente y buena.
Nos íbamos las dos, a buscar muchas flores multicolor.
Dalías, que con sus colores vistosos, su olor y elegancia límpida, me recordaban tu aroma y candidez.
Las margaritas blancas, con su timidez, me sonreían por la generosidad que sentías hacia ellas, dejándolas crecer y florecer para poder iluminar de colorido los campos verdes del corazón de la sierra de Aracena. Los nardos blancos, asombrados por tu voz aterciopelada, que siempre estaban hermosos y contentos de haberte conocido.
Quiero seguir soñando cada noche contigo madre mía, y contigo ¿ Porqué no?. Poder hablar y en tu casita del cielo poderte siempre besar.
Yo sé madre, que desde allí, tú me enviarás siempre, tu cariño, tu protección y tu celestial felicidad. Y si alguna vez, que no haga , lo que tu siempre me enseñaste como ejemplo de sensatez y coherencia, si es que te ofendí, tu me sabrás perdonar.
Besos enormes tiro al aire, pensando en que te llegarán viajando en esa brillante estrella que cada noche veo en el firmamento, seguro que llegarán a ese rinconcito celeste donde has asentado tu alma para toda la eternidad.
No te muevas de allí mamá, que quiero encontrarte allá , donde tu estás, para verte dentro de unos años y ya nunca más nos volveremos a separar.
Te quiero mucho mamá. Besos para tí de tu hija Mª Isabel.