8 diciembre 2012
6
08
/12
/diciembre
/2012
20:29
Acabo de leer un mensaje, recibido hoy en mi móvil, un mensaje sin duda muy triste, de esos que nunca quieres que lleguen.
Era de mi amiga Diana, a la que quiero, admiro y aprecio muchísimo. En él, me comunica el fallecimiento de su padre.
¡Cuánto siento tu dolor amiga! ¡Contigo lo comparto y lo llevo en mi corazón! Me he quedado entristecida con la noticia, porque sé que lo estarás pasando muy mal y sé lo que estás sintiendo en estos momentos tan duros, ya que yo también viví esta experiencia hace 9 años ya y te destroza media vida el dolor tan intenso y con el que nada te consuela, ni siquiera el apoyo de los demás, ni las palabras de aliento, sólo quieres estar sola, desesperarte y desahogarte en soledad.
A veces, nos parece lejano ese día, que sin duda llegará, el día en que tenemos que despedir a nuestros seres queridos. Pasan los días, los meses, los años y no somos conscientes de lo valioso que es ese tiempo, en el que disfrutamos de su compañía, de sus sabios consejos, de su alegría, de su sabiduría, de su ejemplo, de su amor, de su destreza, de su labor, de su ingenio, de sus abrazos, de su cariño, de su apoyo inconmensurable, de sus historias personales, de su habilidad para contarla, haciéndonos creer que estamos viviendo una historia sorprendente e increíble.
En ese momento, en el que no tienes consuelo, todo es tristeza y dolor, hay que seguir viviendo, pero ahora sólo nos queda la resignación y el recuerdo. Hay que resignarse y desahogarnos, desprendiendo de nuestra alma, todas esas lágrimas anquilosadas dentro del corazón.
Nos queda algo que la muerte nunca podrá arrebatar y es la alegría de saber que existió, que fue una realidad, que lo conocimos, que aprendimos de él, que lo quisimos, que nos quiso y nos enseñó a vivir la vida con respeto, amor, responsabilidad y tesón. También nos queda el recuerdo imborrable de su sonrisa, de su alegría, de su afán de superación, de su arte en la escritura o en otras artes irrepetibles. Nos quedan las risas compartidas, los momentos en familia que siempre quedarán grabados en nuestro recuerdo y en nuestra razón.
Amiga, en estos momentos tan duros que estás viviendo y en el que necesitas mucho apoyo y comprensión, quiero que sepas que siempre que me necesites voy a estar ahí, a tu lado y no dudes que siempre recordaré esas hermosas “Cartas del abuelo yayo”, que leí con curiosidad un día, gracias a ti y que sin duda, el escribió con tanta sabiduría de la vida y buen hacer, expresando las palabras correctas para hacer de su escrito un bello relato entretenido. Disfruté mucho con sus historias y se lo agradeceré siempre y seguro que para ti y tu familia , ese recuerdo escrito será una hermosa herencia que nunca deberíais perder.
Al abuelo Félix, que no tuve la suerte de conocer en persona, pero sí de oídas por su hija, supe de él y me encantó conocer sus escritos. Le deseo lo mejor allá donde ahora esté, en su morada celestial, seguro que alegra con su presencia, los corazones de los ángeles que le precedieron. Descanse en paz.
Y a ti amiga, mandarte todo mi apoyo incondicional, mucho ánimo para vivir a partir de ahora con la pérdida de tu padre y mucho cariño en estos duros momentos por los que estás pasando y no olvides nunca que tanto para lo bueno, como para lo malo, siempre seremos amigas y siempre estaremos unidas.
Un abrazo muy fuerte y todo mi cariño para tí amiga.
Tu amiga Mª Isabel.